Dan20hell

Era ya noche, un hombre avanzaba lentamente por un frío y largo pasillo. No había luz alguna, el hombre andaba a tientas mientras creía acercarse a su escondido destino entre las sombras. Cuando creyó finalmente haber llegado, empezó a tentar la húmeda puerta de madera delante suyo y buscó apresuradamente con sus manos la perilla. Al entrar a la oscura habitación, el hombre sintió aun más frío, lo que no le resultó familiar, y optó por buscar el interruptor de la luz para ver a dónde había entrado, pero al encender la luz se encontró

Maldita sea! Pero qué es lo que he hecho?! Caos y desesperación han inundado mi alma, mis pesares han destruido mi cordura y he sido conducido al camino de la oscuridad. Sumiso, caminé por el tan temido sendero de la traición con la cabeza baja, cansada de cargar con tanto odio, mismo que me llevó a tomar aquel destino. Mientras andaba cerca de un río lleno de sirenas, seducido por sus encantos y su bella voz, algo me detuvo de meterme a aquellas aguas: era una pluma! Una pluma destellante que descendía desde la noche hasta mis manos. Aquella pluma me era familiar… después de todo, fui yo quien asesinó a su dueño; nunca me creí que s

¡Sea la noche testigo del momento en el que mi alma se partió en dos! ¡Cuando mi cuerpo perdió todo afecto y calor, y cuando un espectro de la oscuridad clamó su mitad enterrando en mi pecho sus fieras manos y tomando mis labios con aquellas sombras heladas que solo los seres de las tinieblas somos capaces de ver! Aquel espectral momento tomó lo que tenía por cadáver y lo tornó en un sádico recuerdo de mis errores, sulfurando... ¡QUEMÁNDOME con cada uno de ellos! Fue entonces cuando la segunda mitad tomó su sitio, surgiendo de mis entrañas en temibles risas desquiciadas, ajenas a toda razón y coherencia, desgarrando brutalmente mis costill

Me gusta sentir el fresco helado de la noche: su caricia sobre mi piel me lleva a la serenidad y me tranquiliza en momentos de pesar... Pero jamás que en mi corazón anide, pues allí mata mi pasión y envenena mi sangre ardiente de voluntad, dejándome hecho un cadáver en las sombras tan retorcido que no puede pedir un solo soplo de calor. -Daniel Hurtado Magaña.